EL MILAGRO DE P. TINTO 1998
Gaseta Publicitària de Sabadell.
Any III; Núm. 056; 14 al 20 de gener del 1999.
EL MILAGRO DE P. TINTO
La familia y yo somos “asín”
Entre el menú servido en la pasada cartelera navideña dos han sido los platos que, a mi humilde parecer han perturbado el estómago cinéfago de ciertos espectadores. El primero, Happiness de Todd Solondz, esperemos sea proyectado con presteza en los “Dijous de Cine-Club al CineArt” (o, si no, vayan a Barcelona y repitan aquí; no se arrepentirán cuando se miren al espejo). El segundo, en apariencia menos trascendental y no apto para paladares “exquisitos”, es este milagro hecho carne, se diría que fecundado “in vitro” por el inefable Dr. Franz de Copenhague en su laboratorio de TBO: la épica historia de los anhelos y sinsabores de la insólita saga de los P. Tinto.
A primera vista, el guión de Javier Fesser y su hermano Guillermo (Gomaespuma) tratan el tema de la paternidad. Nos narra las vicisitudes del matrimonio P. Tinto para lograr hacer realidad su sueño en la vida, inmortalizado en un NO-DO de la época: emular a un estrafalario sosias del Alberto Closas de La Gran Familia, tarea que requerirá de otros medios más altruistas al fracasar en el intento. Fruto de esta situación es la aparición en escena de dos extraterrestres, un “niño grande” con traje que allá donde va lleva a cuestas una bombona de butano (sic) y un “negrito del África Tropical” enviado del cielo por correo certificado (sic). Pero también el film se revela como un tratado sobre la locura al más puro estilo Tex Avery al servicio de la Warner con la voluntad de cambiar el pasado para mejorar el presente.
Javier Fesser ha parido su primer largo después de sus dos hilarantes propuestas en el mundo del corto. En este terreno y en el de la publicidad ha edificado un universo con sabor a queso rancio y perfume a naftalina y “Linimento Sloan”, tergiversando a base de “greatest hits” nostálgicos el paisaje físico y moral de la España nacional-católica más carpetovetónica; cambiando la tónica por la gaseosa, por decirlo de otra manera y encerrando a unos personajes, que se nos antojan familiares, en el álbum de fotos de nuestra memoria impúdica. Si les suena Aquel Ritmillo y no han descifrado El Secdleto de la Tdlompeta, descubrirán ahora uno de los misterios de la vida: las cigüeñas vienen de Marte.
El Milagro… invoca a los sacrosantos fetiches de un tiempo y de un país para subvertirlos y crear una de las películas más inclasificables y desconcertantes de nuestro cine. Atención a ese prólogo expresionista rodado con “llave” maestra (ese pasado teñido de blanco y negro por el soberbio Javier Aguirresarobe), una Delicatessen que ni los mismísimos Jeunet et Caro; una versión apócrifa de Regreso al Futuro, combinada con una revisión bastarda y atolondrada de E. T. Todo y más en el que podría ser el film del próximo milenio al entrar en vigor la recuperación de otro “añorado” fetiche: los céntimos… de Euro, claro.
Abel. S. Conte.
Ficha: El Milagro de P. Tinto. España, 1998. Director: Javier Fesser. Productor: Luis Manso. Guión: Javier y Guillermo Fesser. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Música: Suso Sainz. Intérpretes: Luis Ciges, Silvia Casanova, Pablo Pinedo, Javier Ayer, Carlos Soto (Bermúdez), Pepe Viyuela.